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John Szarkowski: el ojo del curador


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Introducción: el hombre que enseñó a mirar la fotografía.


Hablar de fotografía en el siglo XX es hablar de imágenes, pero también de miradas que nos enseñaron a interpretarlas.


Entre esas miradas, pocas han sido tan influyentes como la de John Szarkowski, curador del departamento de fotografía del MoMA de Nueva York desde 1962 hasta 1991.


Szarkowski no fue solo un guardián de colecciones: fue un narrador, un pedagogo y un arquitecto del discurso visual.

Su labor consistió en dotar de legitimidad a la fotografía como arte y, al mismo tiempo, en ofrecer un marco para comprenderla.


En un mundo en el que aún se discutía si la fotografía era mera técnica o verdadera creación artística, Szarkowski trazó un puente: enseñó a leer la fotografía como lenguaje, con su gramática, sus silencios y sus posibilidades infinitas.


The Photographer’s Eye: cinco maneras de ver.


En 1966, Szarkowski publicó The Photographer’s Eye, un libro y exposición que marcaron un antes y un después. Allí sintetizó la fotografía en cinco cuestiones fundamentales que ayudaban a analizar cualquier imagen:



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  1. La cosa en sí: la fotografía no imita la pintura; su fuerza está en capturar lo real, incluso lo banal.

  2. El detalle: cada fragmento puede ser significativo; lo que el fotógrafo selecciona del caos importa tanto como lo que omite.

  3. El marco: la fotografía delimita, corta, decide dónde empieza y termina el mundo visible.

  4. El tiempo: toda foto es un instante detenido, una huella del “aquí y ahora”.

  5. El punto de vista: la posición del fotógrafo, literal y simbólica, es inseparable de la imagen.



Estas categorías no eran dogmas, sino herramientas para comprender por qué una foto funciona. Al igual que Cartier-Bresson nos habló del “momento decisivo”, Szarkowski nos dio un vocabulario para descifrarlo.



Szarkowski como curador: descubridor de voces


Más allá de la teoría, Szarkowski cambió el rumbo de la fotografía a través de su rol como curador. Desde el MoMA organizó exposiciones que lanzaron carreras y consolidaron visiones:


  • Diane Arbus: en 1972, su retrospectiva en el MoMA fue un terremoto cultural. Szarkowski defendió su mirada incómoda sobre lo marginal, rompiendo la frontera entre lo aceptable y lo perturbador.

  • Garry Winogrand y Lee Friedlander: con ellos articuló el discurso de la “fotografía callejera” americana, caótica, fragmentaria, irreverente.

  • William Eggleston: en 1976, Szarkowski presentó su trabajo en color, hasta entonces considerado vulgar o amateur. Aquella exposición fue polémica, pero hoy se reconoce como el inicio del reconocimiento del color en la fotografía artística.





Cada decisión de Szarkowski fue un acto de riesgo y de pedagogía: apostar por autores incómodos, abrir nuevas lecturas y legitimar caminos que parecían marginales.



El ojo crítico: enseñar a leer más allá de lo obvio


Lo esencial en Szarkowski fue su capacidad de transmitir que una fotografía no es solo lo que muestra, sino cómo lo muestra.


Sus textos, siempre claros y accesibles, enseñaban al espectador a fijarse en el encuadre, en el detalle aparentemente trivial, en lo que queda fuera de campo.


Por eso, Szarkowski puede leerse como un puente entre la práctica fotográfica y la psicología de la percepción: igual que la Gestalt nos explica cómo organizamos visualmente el mundo, él nos dio claves para organizar nuestra lectura de la imagen fotográfica.



Ejemplos que ilustran su legado


  • Diane Arbus – Child with a toy hand grenade in Central Park (1962): Szarkowski la leyó no como simple retrato, sino como la construcción de una narrativa inquietante en un instante cotidiano.

  • William Eggleston – The Red Ceiling (1973): lo que muchos consideraron una foto vulgar de una habitación anodina, Szarkowski lo interpretó como un estallido de color cargado de tensión emocional.

  • Garry Winogrand – Women are beautiful (1975): caóticas y fragmentadas, estas fotos muestran que el desorden también puede ser una forma de orden visual.


En todos estos casos, lo importante no era solo la foto en sí, sino cómo enseñarla y cómo verla.



Conclusión: Szarkowski y el aprendizaje de mirar


John Szarkowski no fue un fotógrafo prolífico, ni pretendió serlo. Su legado está en haber definido el marco conceptual desde el cual hoy pensamos la fotografía.


Gracias a él, aprendimos que mirar no es un acto pasivo, sino un ejercicio crítico, una forma de descifrar el mundo.


Si Cartier-Bresson nos enseñó a cazar el instante decisivo, Szarkowski nos enseñó a comprenderlo.


Su lección sigue vigente: toda fotografía merece una mirada atenta, y todo espectador puede aprender a leer en sus imágenes algo más que lo evidente.

 
 
 

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