De la fotografía documental a la ficción documental: imágenes y fake news en la era digital
- morenogomezantonio
- hace 6 días
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Introducción: cuando la verdad se volvió sospechosa.
La fotografía nació, en el siglo XIX, bajo la promesa de registrar la realidad con fidelidad. La propia definición de la RAE la concibe como “procedimiento o técnica que permite obtener imágenes fijas de la realidad mediante la acción de la luz sobre una superficie sensible”.
Desde Jacob Riis documentando los barrios marginales de Nueva York o Lewis Hine fotografiando a los niños obreros para denunciar la explotación laboral, la fotografía fue entendida como un testimonio fiable, un espejo del mundo.

Sin embargo, esa confianza se ha ido resquebrajando. La irrupción de la manipulación digital, la circulación vertiginosa de imágenes en redes sociales y el auge de las fake news han colocado a la fotografía en un terreno ambiguo, entre lo documental y lo ficcional. Hoy, las imágenes ya no son solo registros: son construcciones, relatos, incluso armas de manipulación política y social.
En esta entrada abordaremos el tránsito desde la fotografía documental clásica hacia la ficción documental y su papel en la construcción de noticias falsas. Analizaremos cómo se ha manipulado históricamente la imagen, qué fotógrafos han cuestionado sus límites y cómo la sociedad contemporánea convive con la paradoja de confiar en las imágenes a la vez que desconfía.
I. La fotografía documental: verdad, archivo y testimonio.
Desde sus inicios, la fotografía documental se asoció a la idea de verdad. Jacob Riis, en How the Other Half Lives (1890), usó la cámara como arma social: visibilizar la miseria de los barrios obreros neoyorquinos. Lewis Hine, con sus imágenes de niños en fábricas, mostró el rostro del trabajo infantil y contribuyó a cambios legislativos en Estados Unidos.
En el siglo XX, la tradición documental se consolidó con proyectos como FSA (Farm Security Administration), dirigido por Roy Stryker en plena Gran Depresión, donde autores como Dorothea Lange o Walker Evans dejaron imágenes icónicas de campesinos y familias desposeídas.

El documentalismo fotográfico se convirtió en sinónimo de archivo y testimonio: un género que buscaba fijar la memoria colectiva y, al mismo tiempo, legitimar causas sociales y políticas.
II. De lo documental a lo ficcional: grietas en la veracidad.
Pero pronto aparecieron las fisuras. Como ya vimos en la entrada sobre la serendipia, la fotografía nunca fue una copia exacta de la realidad, sino una construcción atravesada por decisiones del fotógrafo: encuadre, punto de vista, selección del instante.
En el último tercio del siglo XX, autores como Nan Goldin con The Ballad of Sexual Dependency o Cindy Sherman con sus Untitled Film Stills demostraron que la frontera entre documental y ficción era más porosa de lo que parecía. Goldin documentaba su vida íntima, pero con una mirada subjetiva que cuestionaba la objetividad. Sherman construía imágenes que parecían fragmentos de películas, pero eran puros artificios.
Aquí emerge el concepto de ficción documental: proyectos fotográficos que se presentan con el lenguaje del documental, pero que introducen la puesta en escena, la ironía o la manipulación como parte esencial de su discurso.
III. Fake news y fotografía: la fábrica de imágenes falsas.
La desinformación visual no es nueva. En el siglo XIX, la prensa sensacionalista ya utilizaba ilustraciones exageradas para provocar emociones (recordemos la cobertura de la explosión del acorazado Maine en 1898). En el estalinismo, los enemigos políticos desaparecían literalmente de las fotografías oficiales, borrados por los editores.

Hoy hablamos de fake news para referirnos a noticias falsas construidas con intenciones de manipulación política, económica o cultural. La fotografía ocupa un lugar privilegiado en este ecosistema porque todavía conserva una aura de veracidad.
La “escalera de la manipulación” (Claire Wardle, First Draft) nos ayuda a entender el proceso:
Descontextualización: una foto real se usa fuera de contexto.
Manipulación parcial: recorte, edición, alteración del color.
Fabricación total: imágenes creadas por IA o deepfakes.
IV. Casos contemporáneos de manipulación fotográfica.
El Papa con abrigo Balenciaga (2023): generada con IA, se viralizó en redes antes de ser desmentida. La imagen mezclaba lo documental (retrato papal) con lo ficcional (moda de lujo).
Arresto ficticio de Donald Trump (2023): deepfakes hiperrealistas circularon como si fueran pruebas visuales.
Reuters/AP: varios casos en los que fotógrafos fueron sancionados por manipular digitalmente imágenes de conflictos bélicos.
Campañas políticas: durante las elecciones de EE.UU. en 2016, imágenes manipuladas de Hillary Clinton circularon masivamente en Facebook y Twitter, influyendo en la percepción pública.

Estos ejemplos demuestran cómo la fotografía ha dejado de ser garantía de verdad para convertirse en una herramienta de persuasión —o manipulación— masiva.
V. Ficción documental como crítica y resistencia.
Frente a la manipulación propagandística, algunos fotógrafos han utilizado la ficción documental como recurso crítico:
Joan Fontcuberta (Fauna, Sputnik): sus series inventan archivos falsos que parecen científicos o históricos, pero son pura invención. Con ello evidencia cómo confiamos ciegamente en las imágenes y en los sistemas de legitimación (museos, archivos, publicaciones).
Trevor Paglen: documenta lo que “no se puede ver”: satélites espías, bases secretas, redes de vigilancia. Sus imágenes se sitúan en el límite entre lo real y lo invisible.
Sophie Calle: combina fotografía y escritura para narrar historias ambiguas, donde lo íntimo y lo ficticio se entrelazan.

Estos autores no buscan engañar, sino despertar conciencia crítica en el espectador: si una imagen puede mentir, debemos aprender a leerla con cautela.
VI. Impacto socio-cultural: imágenes que cambian percepciones.
La manipulación visual no es un juego inocente: afecta a la política, al consumo y a la vida cotidiana.
En la guerra de Ucrania, imágenes manipuladas y deepfakes se han usado como armas propagandísticas.
En publicidad, la edición extrema de cuerpos sigue generando estándares inalcanzables de belleza.
En periodismo, la “infoxicación” (exceso de información) debilita la confianza en los medios tradicionales.
Aquí se conecta con nuestra entrada sobre la gramática visual: las imágenes no solo muestran, también organizan la percepción del mundo. En manos de intereses partidistas, esa gramática puede ser usada para distorsionar la realidad.
VII. Estrategias de resistencia: alfabetización visual.
¿Cómo defendernos?
Lectura crítica de imágenes: aplicar la misma sospecha a una foto que a un titular.
Educación visual: integrar en la enseñanza de fotografía y comunicación cursos de análisis crítico.
Fact-checking visual: proyectos como Maldita.es o Newtral verifican imágenes y vídeos virales.
Contexto y autoría: siempre preguntar quién hizo la foto, cuándo y dónde.
En nuestras entradas anteriores vimos cómo la Gestalt nos ayuda a entender cómo percibimos las formas visuales. Esa misma herramienta puede aplicarse a la lectura crítica de imágenes falsas: analizar qué elementos nos atraen, qué narrativas sugieren, por qué nos resultan convincentes.
VIII. Conclusión: fotografía en disputa.
La fotografía nació con la promesa de ser espejo del mundo, pero hoy sabemos que es también un campo de disputa simbólica. Entre lo documental y lo ficcional, las imágenes se convierten en relatos: pueden testimoniar, emocionar, manipular o engañar.
La tarea del fotógrafo, del espectador y del estudiante de la imagen es asumir esa complejidad. No se trata de volver a creer ciegamente en las fotos, sino de aprender a leerlas críticamente.
El futuro, atravesado por la inteligencia artificial y la sobreproducción visual, exigirá más que nunca una alfabetización visual que nos permita distinguir entre lo documental y lo ficcional, entre la verdad y la manipulación.
IX. Cuadro cronológico: fotografía, manipulación y fakenews.
1850s – Primeros fotomontajes experimentales.
1898 – Guerra de Cuba y prensa amarilla (caso Maine).
1920s–30s – Manipulación estalinista en fotografías oficiales.
1938 – La guerra de los mundos (Orson Welles, radio): primera gran fake colectiva mediática.
1939–45 – Propaganda visual en la Segunda Guerra Mundial.
1970s–80s – Joan Fontcuberta introduce la ficción documental en el arte fotográfico.
2000s – Escándalos de manipulación digital en fotoperiodismo.
2016 – Elecciones en EE.UU.: uso masivo de imágenes falsas en redes.
2020s – Deepfakes y generación de imágenes falsas con IA (Trump, Papa, Ucrania).
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