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Fotografía y Gestalt: de la psicología de la percepción a la poesía visual de Chema Madoz

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Introducción: La fotografía como acto de percepción.


Desde su nacimiento en el siglo XIX, la fotografía ha estado atravesada por una pregunta esencial: ¿qué vemos realmente cuando miramos una imagen?


La cámara registra el mundo con una precisión que la pintura nunca pudo alcanzar, pero esa precisión no garantiza comprensión.

Mirar una fotografía no es un acto pasivo: es un ejercicio de percepción, interpretación y construcción de sentido.


Aquí es donde la psicología de la Gestalt se vuelve clave.

Desarrollada en Alemania a principios del siglo XX por psicólogos como Max Wertheimer, Wolfgang Köhler y Kurt Koffka, la Gestalt planteó una idea revolucionaria: no percibimos el mundo como una suma de partes aisladas, sino como configuraciones completas.

En otras palabras: vemos formas, estructuras, relaciones.


La fotografía, como ningún otro medio, dialoga con estas leyes perceptivas.

Un encuadre funciona porque organiza lo que vemos; una composición emociona porque activa nuestras tendencias cognitivas a cerrar, agrupar o equilibrar.


Henri Cartier-Bresson lo resumió con su famoso concepto del momento decisivo: el instante en que forma y contenido se alinean en una armonía perfecta.


Pero si Cartier-Bresson nos mostró la intuición del instante, otros autores —como Robert Frank o Chema Madoz— ampliaron el campo: exploraron lo fragmentario, lo conceptual, lo ambiguo. Y todos, de una u otra manera, nos invitan a volver a la Gestalt para comprender cómo una imagen se convierte en experiencia.


La Gestalt y la fotografía: principios básicos.


Antes de entrar en casos concretos, conviene repasar algunos de los principios de la Gestalt que más influyen en la fotografía:


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  • Figura y fondo: nuestra percepción tiende a separar un elemento central (figura) de un contexto (fondo). El fotógrafo puede jugar a reforzar o invertir esa jerarquía.

  • Proximidad: elementos cercanos tienden a percibirse como parte de un mismo grupo.

  • Semejanza: lo parecido se asocia, lo diferente se distingue.

  • Cierre: la mente completa formas incompletas.

  • Continuidad: preferimos ver líneas y formas continuas antes que fragmentos desconectados.

  • Pregnancia (o “buena forma”): tendemos a organizar la información en la forma más simple y estable posible.



Estos principios, en apariencia abstractos, se vuelven palpables en cada fotografía que nos emociona o nos inquieta.


Cartier - Bresson y el momento decisivo: La Gestalt en acción.


El momento decisivo de Henri Cartier-Bresson (1908-2004) es quizá el ejemplo más famoso de la aplicación intuitiva de la Gestalt en la fotografía.


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  • En su célebre imagen de un hombre saltando un charco detrás de la estación de Saint-Lazare (París, 1932), la figura suspendida en el aire se equilibra con su reflejo en el agua. Aquí actúan simultáneamente la ley de simetría, la continuidad del movimiento y el cierre visual que nos permite anticipar la caída.

  • El espectador siente placer perceptivo porque todo “encaja”: el instante, la composición, el gesto.


Cartier-Bresson no hablaba en términos psicológicos, pero su obra demuestra cómo la percepción organiza lo visual en estructuras significativas. La Gestalt explica por qué sus imágenes producen la sensación de inevitabilidad: parecen “destinadas” a ser así.


Robert Frank y el momento no decisivo: La ruptura del orden.


Con Robert Frank y su libro The Americans (1958), la fotografía se aparta del equilibrio clásico. Donde Cartier-Bresson buscaba armonía, Frank ofrece fragmentación, caos y tensión.


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  • Sus encuadres inclinados, sus desenfoques y su aparente “torpeza” desafían la idea de la buena forma.


  • Pero incluso allí opera la Gestalt: el ojo busca patrones, trata de dar sentido al desorden, completa lo incompleto.


  • Lo que Frank logra es un nuevo tipo de “cierre”: no perfecto ni equilibrado, sino cargado de ambigüedad y crítica social.




El momento no decisivo de Frank muestra que la Gestalt no garantiza belleza, sino que revela el mecanismo por el cual percibimos orden incluso en el caos.


Jonh Szarkowski: Enseñar a mirar.


El crítico y curador John Szarkowski (1925-2007), director de fotografía del MoMA entre 1962 y 1991, fue clave para consolidar un vocabulario que vincula fotografía y percepción.


En su libro The Photographer’s Eye (1966), Szarkowski propuso cinco categorías —la cosa en sí, el detalle, el marco, el tiempo y el punto de vista— que permiten analizar cualquier imagen. Aunque no se refirió directamente a la Gestalt, su enfoque coincide con ella: cada categoría se relaciona con cómo organizamos perceptivamente lo que vemos.


Por ejemplo:

  • El marco delimita figura y fondo.

  • El detalle activa el principio de cierre: la parte evoca el todo.

  • El punto de vista condiciona la continuidad y el agrupamiento de elementos.


Szarkowski fue un pedagogo de la mirada. Así como los psicólogos de la Gestalt enseñaron a comprender la percepción, él enseñó a comprender la fotografía.


Chema Madoz: La Gestalt convertida en poesía.


Hasta aquí hemos visto cómo la Gestalt explica la eficacia perceptiva de grandes maestros de la fotografía documental y de autor.

Pero en el caso de Chema Madoz (Madrid, 1958), la relación con la Gestalt adquiere un papel protagónico y explícito.


Madoz no busca capturar la realidad tal cual ocurre. Su obra se centra en objetos cotidianos transformados por asociaciones inesperadas.

Lo que vemos no es un instante robado, sino un pensamiento visual cristalizado.


La fotografía, en Madoz, es un laboratorio perceptivo.

Cada imagen es un experimento sobre cómo funciona la mente cuando organiza lo visible.


Figura y fondo: invertir jerarquías


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En muchas de sus fotografías, Madoz juega a invertir la relación entre figura y fondo.


Un objeto anodino adquiere protagonismo gracias a su sombra, o el fondo se convierte en el verdadero sentido de la imagen.


La Gestalt nos recuerda que figura y fondo son intercambiables; Madoz nos obliga a experimentar ese intercambio en carne propia.



Cierre y completitud: la obra inacabada.


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Las leyes de la Gestalt señalan que completamos formas fragmentadas.


Madoz explota esta tendencia: muestra un círculo incompleto, una escalera truncada, una forma sugerida. La obra no está terminada en la imagen, sino en la mente del espectador.


Así, Madoz convierte al público en coautor: cada observador “termina” la fotografía al completar perceptivamente lo que falta.



Semejanza y metáfora: lo igual que se vuelve diferente


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La Gestalt explica que agrupamos por semejanza. Madoz lleva esta ley más allá: utiliza semejanzas para generar metáforas visuales.


  • Una cuchara que parece una luna.

  • Un libro que se transforma en ladrillo.

  • Una escalera que termina en nube.


Aquí la semejanza no es solo agrupación: es poesía. La fotografía se convierte en un lenguaje visual en el que la percepción da lugar a metáforas.



Ambigüedad perceptiva: el enigma como motor


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Las imágenes de Madoz nunca tienen una sola lectura.


Como en el clásico jarrón de Rubin, lo que vemos oscila: objeto y símbolo, realidad y metáfora. Esa ambigüedad perceptiva es la chispa que mantiene al espectador en tensión.


Mirar una foto de Madoz es participar en un juego perceptivo: descubrir y redescubrir, sin llegar nunca a una conclusión definitiva.




El legado de Madoz y la Gestalt en la fotografía contemporánea.


La importancia de Madoz radica en haber llevado los principios de la Gestalt del campo científico al campo artístico, y de ahí al cultural.


  • En un mundo saturado de imágenes rápidas y literales, sus fotografías invitan a detenerse.


  • Frente al consumo inmediato, propone una mirada lenta, atenta, reflexiva.


  • Nos recuerda que toda percepción es interpretación: no vemos el mundo como es, sino como nuestra mente lo organiza.


En la fotografía contemporánea, muchos autores conceptuales —desde la fotografía construida hasta el arte digital— beben de esta lección: la cámara no solo registra, también piensa.



Conclusión: Gestalt, fotografía y pensamiento visual.


La Gestalt nació como un intento de comprender cómo percibimos formas y estructuras. La fotografía, desde Cartier-Bresson hasta Chema Madoz, demuestra que esas leyes no solo explican la percepción, sino que alimentan la creación artística.


  • En Cartier-Bresson, la Gestalt explica la armonía del instante.

  • En Robert Frank, la tensión del desorden.

  • En Szarkowski, la pedagogía de la mirada.

  • En Chema Madoz, la poesía visual que convierte las leyes perceptivas en metáforas.


La conclusión es clara: fotografía y percepción no se pueden separar. Cada imagen es un acto de organización del mundo, una negociación entre lo que está fuera y lo que ocurre en nuestra mente.


Como escribió John Szarkowski: “Las fotografías no son historias sobre el mundo, sino piezas del mundo mismo”.

Y Chema Madoz parece añadir, con cada obra suya: “El mundo no es lo que vemos, sino lo que aprendemos a ver”.


 
 
 

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