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El momento decisivo: la ilusión del instante perfecto

Actualizado: 4 sept

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Introducción: la fascinación por lo efímero


Desde sus orígenes, la fotografía ha perseguido un anhelo casi imposible: atrapar el instante perfecto, ese momento en el que gesto, emoción y composición se alinean en un equilibrio que parece milagroso.


El fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson bautizó esta idea como “el momento decisivo”, un concepto que definió buena parte de la práctica documental y callejera del siglo XX.


Pero ¿qué significa realmente capturar “el instante que lo resume todo”? ¿Cómo se ha entendido en la historia, y qué vigencia tiene en la era digital, cuando millones de imágenes se producen y consumen cada segundo?


En este artículo exploraremos:- La definición del momento decisivo y su anatomía.- Su influencia cultural, pedagógica y estética.- Ejemplos clave en la historia de la fotografía.- Sus límites, paradojas y críticas.- Su reinterpretación en la fotografía contemporánea y digital.


Al final, propondré una reflexión: ¿seguimos viviendo bajo el mito del instante perfecto o estamos transitando hacia un paradigma donde lo múltiple y lo fragmentario también tienen valor?




El concepto: Cartier-Bresson y la anatomía del instante decisivo



Hay una idea que ha perseguido a la fotografía desde sus primeros pasos: capturar el instante que lo resume todo. Ese segundo en el que la composición, la emoción y el gesto se alinean como si el mundo hubiera hecho un pacto con el fotógrafo para regalarle una imagen perfecta. Henri Cartier-Bresson bautizó ese concepto como “el momento decisivo” y lo popularizó en 1952 con su libro Images à la Sauvette, traducido al inglés como The Decisive Moment.


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Para él, fotografiar no era simplemente disparar, sino estar alerta al flujo de la vida, listo para atrapar el segundo que condensara la esencia de la escena.


Cartier-Bresson veía al fotógrafo como un cazador silencioso, un testigo invisible que debía “colocar la cabeza, el ojo y el corazón en un mismo eje”.

Esa frase, hoy casi mítica, revela la ambición del momento decisivo: no era un mero registro visual, sino un acto de síntesis vital, un intento de domesticar el caos de la realidad en un solo fotograma.


Durante décadas, esta idea se convirtió en dogma. La fotografía aspiraba a lo sublime, a la perfección del instante único. Y los fotógrafos se lanzaron a la caza de ese momento, como si cada disparo pudiera otorgarles la gloria de un poema visual hecho de luz y geometría.



Influencia cultural y pedagógica


El momento decisivo no solo definió un estilo, sino una manera de enseñar fotografía. Durante décadas, escuelas y talleres insistieron en el valor del “disparo preciso”: paciencia, observación, espera. La fotografía se concebía como arte de la anticipación, donde el fotógrafo debía predecir la poesía de la vida antes de que ocurriera.


Además, el momento decisivo se convirtió en paradigma de la fotografía documental y del fotoperiodismo. Grandes reporteros, desde Robert Capa hasta Dorothea Lange, buscaron capturar instantes que sintetizaran historias completas en una sola imagen.

La idea de que la fotografía podía ser “verdad condensada” se consolidó.


Pero, como todo dogma, también limita la mirada: fija la atención en lo espectacular y deja fuera lo cotidiano, lo banal, lo inacabado. Y aquí empieza la grieta que dará paso a la cara B de la fotografía.


¿realmente existe un instante que lo diga todo? ¿O es una ilusión romántica que nos hace olvidar la complejidad de la vida?


Cartier-Bresson proponía que el fotógrafo debía predecir la belleza del mundo antes de que ocurriera, pero la vida no siempre conspira a nuestro favor. Los instantes perfectos son raros, efímeros, y su captura puede convertir al fotógrafo en un cazador obsesivo, más preocupado por el encuadre que por la experiencia real.

El momento decisivo también refleja un punto de vista subjetivo: selecciona lo que merece atención y deja fuera lo que no encaja. La fotografía, aunque parezca objetiva, siempre está mediada por la mirada. El dogma de Cartier-Bresson nos enseñó a admirar la sincronía y la composición, pero también nos impuso una jerarquía visual que más tarde se cuestionaría.


Ejemplos visuales y análisis


Henri Cartier-Bresson – Derrière la Gare Saint-Lazare (1932)

Robert Doisneau – El beso en el Hôtel de Ville (1950)

Elliott Erwitt – París, 1952

Dorothea Lange – Migrant Mother (1936)

Steve McCurry – La niña afgana (1984)


Cada una de estas imágenes condensa narrativas complejas en un solo instante, ejemplificando la fuerza del momento decisivo.


Conexiones con la teoría y la psicología de la percepción


Barthes: el punctum como vínculo con el instante decisivo.

Sontag: advierte del peligro de fetichizar el instante.

Benjamin: el aura de lo irrepetible.

Gestalt: buscamos patrones y cierres que explican la armonía de estas imágenes.

Suler y Zaika: tensión y desenlace generan placer estético.


Críticas y límites del momento decisivo


El dogma excluye lo banal y genera presión estética.

Además, es subjetivo: lo que para un fotógrafo es decisivo, para otro no lo es.


En la era digital, con miles de disparos posibles, se cuestiona la vigencia de esta idea.


El momento decisivo en la era digital y las redes sociales


Hoy, con Instagram y la fotografía móvil, cualquier gesto puede convertirse en un momento compartible.

Autores como Alec Soth o Stephen Shore se alejan del dogma bressoniano para explorar lo fragmentario y múltiple.

El fotolibro contemporáneo también enfatiza lo secuencial sobre la imagen única.




Conexiones con la psicología de la percepción.


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El éxito del momento decisivo no es solo estético: también está ligado a cómo nuestro cerebro interpreta la información visual.

La Gestalt explica que buscamos patrones, simetría y cierre: nuestro ojo tiende a completar figuras, a organizar el caos.

Las imágenes de Cartier-Bresson funcionan porque coinciden con estas reglas perceptivas: nos satisfacen inconscientemente, nos hacen sentir que “todo encaja”.


John Suler y Richard Zaika estudian cómo la tensión y el desenlace en una escena generan placer.


El momento decisivo provoca exactamente eso: anticipación seguida de resolución visual. Por eso nos emociona, incluso cuando sabemos que es solo un fotograma congelado.



Conexiones internas y líneas de expansión


Serendipia y azar fotográfico.

Documentalismo doméstico.

Memoria y ausencia (punctum).


Cuadro cronológico

1932 – Cartier-Bresson realiza Derrière la Gare Saint-Lazare.1952 –

Publicación de Images à la Sauvette.1960s-70s –

Difusión pedagógica en escuelas.1980s –

Críticas desde la fotografía conceptual.2000s –

La digitalización multiplica instantes decisivos.Actualidad –

Relectura del concepto en clave fragmentaria.


Conclusión crítica: ¿seguir cazando el instante perfecto?


El momento decisivo de Cartier-Bresson sigue siendo un hito en la historia de la fotografía.


Nos enseñó a ver, a anticipar, a respetar la narrativa visual condensada en un solo gesto.


Pero también mostró sus límites: el mundo no siempre se reduce a un clímax.


Hoy, en la era digital, podemos admirar el instante decisivo como logro estético, pero también debemos abrir la mirada a lo incompleto, lo múltiple y lo cotidiano.


La fotografía ya no es solo la caza del instante perfecto: es también una exploración de lo que ocurre entre los instantes.


El lector puede preguntarse: ¿debemos seguir persiguiendo el instante perfecto o empezar a mirar lo que ocurre “entre los instantes”? La respuesta llegará en los bloques siguientes, donde exploraremos el momento no decisivo y la polisemia de las imágenes. Por ahora, el legado de Cartier-Bresson permanece: la fotografía puede ser un acto de paciencia, intuición y precisión, pero también un espejo de nuestras obsesiones por encontrar sentido en el azar.

 
 
 

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